Autor: Julián Monge Nájera, Ecólogo y Fotógrafo
Ocultos en la cima de una colina en Siria, viven desde hace mil años unos seres diminutos, dotados —al igual que los caballeros cristianos que en julio de 1188 se enfrentaron allí a las tropas del Sultán Saladino— de armaduras, sistemas digestivos, músculos y cerebros. Pero su lucha contra un enemigo enorme e inmisericorde, dura hasta nuestros días.
Ruinas del Castillo de Saladino en Siria. Fuente: Anas Al Rifai, Wikicommons
Así lucen ahora las ruinas del Castillo o Fortaleza de Saladino en Siria. Pero en el siglo XII, la fortaleza lucía muy diferente, porque allí ocurrió una sangrienta lucha entre los caballeros cristianos que lo ocupaban, y las tropas de Saladino, sultán de Egipto y Siria. Tras tres días de asedio, los cristianos fueron derrotados el 30 de julio de 1188.
Armamento de caballeros cruzados y soldados islámicos, similares a los usados en la fortaleza de Saladino. Fuente: Guillermo de Tiro, Las Cruzadas.
Pero mucho antes de esta toma, ya vivían en esta impresionante fortaleza unos seres diminutos, dotados —igual que los soldados— de armaduras, sistemas digestivos, músculos y cerebros: eran los caracoles Buliminus labrosus, que serían descritos por la ciencia gracias a ejemplares recolectados en la fortaleza en el siglo XVIII¹.
Caracoles Buliminus labrosus. Fuente: Wikipedia.
Se sabe poco de estos caracoles, posiblemente por la dificultad de estudiar un lugar asolado por la guerra desde hace al menos 1000 años, y que hoy, cuando escribo esto (2020) sufre una de las grandes tragedias humanitarias de inicios del siglo XXI. Pero algo se sabe, gracias a que también se encuentran en Israel, donde hay un fuerte aparato científico que los ha estudiado, especialmente bajo la dirección del malacólogo Joseph Alexander Heller².
¿Cómo llegaron a la fortaleza?
Estos caracoles viven en terrenos donde la roca es rica en carbonato de calcio, mismo material del que están hechos la tiza y nuestros huesos. Probablemente llegaron dentro de grietas en las rocas con que se construyó la fortaleza; y también por su propio pie desde los campos que la rodean.
En las colinas, estos caracoles son más numerosos del lado sur, más soleado, pero vivir allí tiene un costo: son más pequeños para poder enfrentar la desecación y falta de alimento del lado sur³.
Nadie sabe si lo mismo ocurre en las murallas del sur de la fortaleza, pero no sería extraño, ya que fácilmente se aíslan y diferencian genéticamente⁴.
Cuando llegan las lluvias de octubre, salen de su estivación y se aparean. Esconden los huevos en las grietas de las piedras, y en un par de semanas nacen los bebés, que se ocultan de día y salen de noche a buscar hojas caídas ya en descomposición, su alimento principal, el cual no escasea en la fortaleza.
Tras dos años de desarrollo, estos caracoles alcanzan la madurez y producen la siguiente generación.
Durante los periodos más secos, estivan en grupos de hasta 150 animales bajo rocas y en grietas. Pero esta población de durmientes esconde dos tristes secretos. Por una parte, hay allí mismo un ratón, del género Acomys, que se los come para obtener agua y nutrientes.
El ratón Acomys, enemigo natural de los caracoles de Saladino. Fuente: Wikipedia.
Y por otra, al igual que tantos caballeros cruzados que cayeron durante la toma de la fortaleza, la mitad de los caracoles durmientes nunca despertarán de su sueño estival, víctimas del calor, el hambre y quien sabe cuántos enemigos invisibles que los matan dentro de sus conchas.
Publicado originalmente en Blog Biología Tropical: 14 julio, 2020
REFERENCIAS
¹ Olivier, G.A. (1804). Voyage dans l'Empire Othoman, l'Égypte et la Perse, fait par ordre du gouvernement, pendant les six premières années de la République. Paris, Francia: Agasse.
² Heller, J. (1975). The taxonomy, distribution and faunal succession of Buliminus (Pulmonata: Enidae) in Israel. Zoological Journal of the Linnean Society, 57(1), 1-57.
³ Broza, M., & Nevo, E. (1996). Differentiation of the snail community on the North- and South-facing slopes of lower Nahal Oren (Mount Carmel, Israel). Israel Journal of Ecology and Evolution, 42(4) 411-424
⁴ Nevo, E, et al. (1982). Adaptive microgeographic differentiation of allozyme polymorphism in landsnails. Genetica, 59, 61–67.