Autor: Julián Monge Nájera, Ecólogo y Fotógrafo
Hace 75 millones de años, enormes manadas de dinosaurios cruzaban las llanuras de Montana en compañía de anquilosaurios, braquiceratops, gorgosaurios y ... caracoles. Manadas de miles de dinosaurios herbívoros (Maiasaura peeblesorum) cruzaban las planicies de Montana en los EEUU. Lo único parecido que podemos ver hoy día son las manadas de ñus (Connochaetes spp.) en África.
Imagen: Reconstrucción de nidos y crías de Maiasaura. Se cree que Maiasaura (la "buena madre dinosaurio") es el dinosaurio que produjo el estiércol en el que se conservaron muchos caracoles. Fuente: Keratops Yuta.
Así como las manadas de ñus viajan acompañadas de muchas otras especies —como cebras, gacelas, guepardos y leones— los maisauros viajaban acompañados de animales espectaculares como anquilosauros, braquiceratops, bambiraptores y gorgosauros. Pero también estaban con ellos miles de especies de invertebrados, incluyendo caracoles terrestres y de agua dulce.
Las manadas de dinosaurios herbívoros debieron verse como estas grandes manadas de ñus africanos. Fuente: Bjørn Christian Tørrissen.
Por razones que se desconocen, muchos caracoles murieron cuando se alimentaban en el excremento de los dinosaurios herbívoros, y gracias a que se fosilizaron¹, hoy podemos reconstruir esa relación que dejó de existir hace decenas de millones de años. De hecho, así como se fueron los dinosaurios, algunos de estos caracoles también están extintos en la actualidad, y los que aún viven, son escasos y generalmente solo se encuentran en rincones oscuros de los bosques.
En las heces de dinosaurio fosilizadas (coprolitos) se han encontrado tres especies de caracol dulceacuícola¹. Los Lioplacodes eran cónicos, de ellos casi solo se sabe que existieron, y están extintos en la actualidad. Lo mismo se puede decir de los Viviparus. Y tenemos un único fósil de un caracol minúsculo, posiblemente casi un bebé, del género Physa, grupo que hoy es común y conocido como caracol de charca. Si era como sus parientes actuales, tenía un comportamiento interesante, era afectado por parásitos tremátodos y sobrevivía a la sequía cíclica de su hábitat (ver Biografía de un caracol de charca).
En mi cuaderno de bocetos: siete especies de caracoles hallados dentro de heces fosilizadas de dinosaurio. Los colores y cuerpos están basados en parientes actuales, pero no se conocen con certeza; y se trata de bocetos rápidos a mano alzada, no de ilustraciones científicas.
Estos caracoles perecieron alimentándose en heces de dinosaurio que había quedado bajo el agua de algún riachuelo, río o planicie inundada. Pero las heces también caían en tierra, y allí también se preservaron, nadie sabe cómo, con todo y caracoles. Conocemos especies de cuatro géneros¹. El más común era Megomphix, del tamaño de una uña humana, cuyos descendientes todavía se encuentran, aunque escasos, en los bosques de Oregón y Washington. No sabemos qué comen, ni cómo se reproducen, ni cómo son su comportamiento y ecología. Es irónico que sepamos más de sus antepasados hoy extintos, que comían en las heces de dinosaurios, y ciertamente son un animal que merece ser estudiado a fondo y de manera urgente para comprender mejor como pudo ser la vida de su antepasado. Lo mismo puede decirse de sus compañeros, Polygyrella y Hendersonia. El cuarto género, Prograngerella, pertenece a una familia totalmente extinta y casi nada sabemos de él.
Sorprendentemente, estos dinosaurios no solo comían follaje vivo, sino también ramas caídas y medio descompuestas, que les aportaban microorganismos e invertebrados para complementar su dieta². Entre esos invertebrados de las heces de dinosaurio, que faltó poner en la famosa escena del Triceratops enfermo de la película Parque Jurásico, había crustáceos³, coleópteros¹ y cucarachas⁴; pero, para mí, los más fascinantes son por supuesto los caracoles, que vieron llegar e irse a los dinosaurios, y seguramente harán lo mismo con nosotros los humanos.
*Editado por Zaidett Barrientos, Katherine Bonilla y Carolina Seas.
Publicado originalmente en Blog Biología Tropical: 24 de agosto 2020
REFERENCIAS
¹ Chin, K., et al. (2009). Opportunistic exploitation of dinosaur dung: fossil snails in coprolites from the Upper Cretaceous Two Medicine Formation of Montana. Lethaia, 42(2), 185-198.
² Chin, K. (2007). The paleobiological implications of herbivorous dinosaur coprolites from the Upper Cretaceous Two Medicine Formation of Montana: why eat wood?. Palaios, 22(5), 554-566.
³ Chin, K., et al. (2017). Consumption of crustaceans by megaherbivorous dinosaurs: dietary flexibility and dinosaur life history strategies. Scientific reports, 7(1), 1-11.
⁴ Vršanský, P., et al. (2013). Cockroaches probably cleaned up after dinosaurs. PloS one, 8(12), e80560.