Autor: Julián Monge Nájera, Ecólogo y Fotógrafo
Hace 70 millones de años, dos dinosaurios de aspecto similar se alimentaban de la exuberante vegetación del sur de Mongolia; cualquiera hubiera pensado que eran parientes cercanos; pero la realidad es que no. Estas criaturas son la respuesta a la pregunta: ¿cómo puedes ser lo suficientemente voluminoso para digerir grandes cantidades de vegetación y, al mismo tiempo, escapar del mortal tiranosáurido Tarbosaurus?
Esto es ahora el sur de Mongolia:
Fuente: Wikimedia
Pero hace 70 millones de años, se parecía más a esto¹:
Fuente: Joachim Huber, Wikimedia
El delta del Okavango, en África, nos da una idea de cómo era Mongolia en ese momento, pero los bosques en forma de dosel eran ricos en araucarias, en lugar de los árboles que actualmente habitan en África.
Si pudieras visitar Mongolia en el Cretácico, podrías conocer a estos dos dinosaurios de aspecto similar, Deinocheirus y Therizinosaurus:
Ilustración de un Deinocheirus (Fuente: Wikimedia)
Ilustración de un Therizinosaurus (Fuente: Wikimedia)
Ambos eran tan pesados como elefantes, pero más altos (más de 5 m de alto y alrededor de 10 m de largo) y se alimentaban principalmente de vegetación; no les molestaba tragar la miríada de pequeños animales que estaban adheridos al follaje: esto complementaba su dieta con proteínas y otros valiosos nutrientes; en otras palabras, ambos dinosaurios eran herbívoros con un toque omnívoro.
Cuando vi por primera vez reconstrucciones de estos dos animales, pensé que estaban estrechamente emparentados, como dos especies del mismo género que coexisten en un lugar y en un tiempo; a lo sumo, me imaginé, redujeron la competencia mediante un fenómeno llamado división de nicho, con los Therizinosaurus alimentándose en tierras más secas y Deinocheirus más cerca del agua (se han encontrado restos de peces asociados con sus fósiles).
Pero me sorprendió saber que no son parientes, son dobles en lugar de gemelos. Deinocheirus pertenece a los "dinosaurios avestruz", dinosaurios herbívoros (o quizá, omnívoros), mientras que Therizinosaurusevolucionó a partir de dinosaurios carnívoros que se convirtieron en herbívoros (o ligeramente omnívoros).
Sabemos que ambos se alimentaban mayoritariamente de vegetación debido a su anatomía, adaptada a los grandes sistemas digestivos necesarios para procesar el tejido vegetal; esta fue una de las razones por las que terminaron pareciéndose tanto, con barrigas y cabezas pequeñas. Probablemente estaban en una carrera evolutiva contra depredadores como Tarbosaurus, y esto los llevó a crecer más que los elefantes (su peso similar se explica por los huesos más livianos de los dinosaurios).
Otras adaptaciones convergentes fueron sus garras gigantes:
Brazos de Deinocheirus (Fuente: Wikimedia)
Garra de Therizinosaurus (Fuente: Wikimedia).
No sabemos con certeza si estas garras estaban escondidas entre plumas, como en las reconstrucciones anteriores, basadas en autores que piensan que las manos se usaron solo para exhibición sexual o de advertencia. Personalmente, esto no me parece convincente, en primer lugar, porque estos animales eran demasiado grandes para cubrirlos por completo con un plumaje imaginario. Probablemente eran como los avestruces y los elefantes, que tienen mucha piel expuesta para evitar el sobrecalentamiento.
En segundo lugar, porque la anatomía de sus brazos muestra que eran espectacularmente fuertes, y esto significa que fueron utilizados para algo que requería fuerza física, tal vez, como sugirieron algunos paleontólogos, para romper montículos de termitas, luchar contra depredadores y competidores, manipular ramas, extraer raíces del suelo, o varias de estas funciones. El paleontólogo Lev Alexandrovich Nesov llegó a imaginar que Therizinosaurus se colgaba de los árboles igual que se cuelgan los perezosos, pero los dinosaurios adultos eran demasiado pesados para esto.
Echemos un vistazo más de cerca a cada uno.
Deinocheirus² alcanzó los 11 m de longitud y sus huesos se han encontrado con marcas de mordidas probablemente hechas por Tarbosaurus:
Encuentro imaginario entre Deinocheirus y Tarbosaurus (Fuente: Wikimedia).
Deinocheirus está emparentado con Garudimimus, y esto sugiere que, al igual que los gatos, Deinocheirusdormía ratos y se activaba ratos tanto de día como de noche.
Por otro lado, los Therizinosaurus³, al igual que los pandas, eran herbívoros que llevaban la marca de su pasado depredador: tenían un gran sentido del olfato, eran ágiles, inteligentes y sociales, y posiblemente viajaban en manadas, lo que les confería cierta protección contra los depredadores. Ellos estaban emparentados con otros dinosaurios: Nanshiungosaurus, Segnosaurus y Erlikosaurus, de Mongolia y China; y Nothronychus de América del Norte, todos los cuales se parecían mucho a ellos.
Los Therizinosaurus eran tan pesados que, atípicamente para su grupo, tenían patas que parecían patas de saurópodo. Por dicha, tenemos la suerte de tener sus nidos fosilizados: estructuras excavadas donde varios grupos de madres depositaban círculos compactos de ocho huevos esféricos y rugosos. Cuando los dinosaurios eclosionaban, sus madres ya se habían ido, pero tan pronto salían a la superficie podían cuidar de sí mismos.
Huevo de Therizinosaurus con la cría (Fuente: Wikimedia)
Aún así, estos dinosaurios continúan siendo un misterio. Solo contamos con unos cuantos fósiles y la información que ignoramos supera con creces la que hemos podido extraer de sus impresiones en piedra. Son maravillosas criaturas desaparecidas, que hace 70 millones de años, respiraban, pensaban y llevaban vidas que ahora difícilmente podemos imaginar.
Publicado originalmente en Blog Biología Tropical: 23 de septiembre 2020
*Editado por Katherine Bonilla y Carolina Seas.
REFERENCIAS
¹ Chinzorig, T., et al. (2018). Ornithomimosaurs from the Nemegt Formation of Mongolia: manus morphological variation and diversity. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 494, 91-100. DOI: 10.1016/j.palaeo.2017.10.031
² Lee, Y. N., et al. (2014). Resolving the long-standing enigmas of a giant ornithomimosaur Deinocheirus mirificus. Nature, 515(7526), 257-260. DOI: 10.1038/nature13874
³ Lautenschlager, S. (2014). Morphological and functional diversity in therizinosaur claws and the implications for theropod claw evolution. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 281(1785), 20140497. DOI: 10.1098/rspb.2014.0497