Se dice que los ríos son las venas de nuestra tierra, y sus aguas, la sangre que nos llena de vida. Los ríos forman una extensa red que gota a gota conecta quebradas con lagos, nacientes con el mar, y el suelo con el cielo.

En ocasiones, esta enorme red constituye la ultima frontera de bosque en ciudades o paisajes agrícolas, y por ello son un oasis para aquella flora y fauna acorralada por la deforestación. Justamente esa función conectiva fue la pregunta de investigación de Michael Arroyo en su tesis de Maestría en Manejo de Recursos Naturales de la Universidad Estatal a Distancia.

"Una red de ríos puede constituir la ultima frontera de bosque en ciudades o paisajes agrícolas"

La ciencia detrás de este tipo de estudios se llama conectividad del paisaje, y con ella se puede entender de qué forma se pueden conectar los parches de bosque remanentes en una región. Por ejemplo, el investigador Arroyo se enfocó en estudiar la conectividad de dos áreas silvestres protegidas de Costa Rica: Reserva Biológica Lomas Barbudal y la Zona Protectora Miravalles. Para ello, comparó dos posibles opciones: una ruta mapeada según criterio humano, y una ruta constituida por zonas ribereñas, o sea aquellas zonas que bordean los ríos.

"Cada margen de cada río, debería estar cubierto por bosque o vegetación natural"

Los resultados que encontró este investigador nos indican que los ríos y sus zonas ribereñas, son rutas de conectividad naturalmente establecidas, pero interrumpidas principalmente por el desarrollo agrícola. Esto es una alerta roja para aquellos campesinos, ganaderos y propietarios de la zona, pues es claro que en algunos casos se invade lo que por ley debería estar protegido. Recordemos que nuestra Ley Forestal señala que al menos 15 metros alrededor de cada margen de un río, debería estar cubierto por bosque o vegetación natural. Por lo tanto, si todas las personas hiciéramos lo que nos corresponde, todos los ríos deberían de ser magníficas rutas de conectividad. Lastimosamente esto no es así, y será tarea de nuestras comunidades recuperar las zonas ribereñas y consecuentemente la conectividad del paisaje. La solución es sencilla, respetemos los márgenes de los ríos, dejemos que sus aguas fluyan frescas y limpias por las venas de nuestra tierra, y esta nos alimentará con salud, gota por gota. Si quieres leer la tesis de Michael Arroyo, este es el enlace: https://investiga.uned.ac.cr/urbanecology/wp-content/uploads/sites/30/2018/12/Informe_Presentado.pdf

Redacción y fotografía: Elena Vargas Fonseca