Pablo Presbere aún vive, habita en el corazón de cada bribri.
En las vastas montañas de ese casi indómito lugar llamado Talamanca vibra una de las culturas ancestrales más numerosa de Costa Rica: el pueblo bribri; ellos conviven ahí con sus hermanos cabécares.
En tiempos de la conquista, muchas dificultades enfrentaron los españoles para someter a las tribus indígenas; por eso, muchos historiadores llamaron a este pedazo de tierra La Rebelde Talamanca.
Hubo un hombre, un guerrero, un héroe que encabezó la rebelión indígena contra la dominación española en 1710. El cacique Pablo Presbere, o Pa Blu Pe bere, lideró la lucha de oposición a la sumisión y destrucción de la cultura indígena. Más de dos siglos después la Asamblea Legislativa lo declaró defensor de los pueblos originarios e instituyó que cada 4 julio, día de su muerte, se le rindieran honores.
Murió arcabuceado (víctima de un arma predecesora del fusil) en Cartago, a manos de los españoles. Fue tomado preso junto a otros cientos de indígenas y juzgado; según los registros históricos, durante el juicio su postura fue íntegra y jamás delató a los otros participantes de la rebelión.
Su valor y entereza perpetuaron el espíritu de lucha de su pueblo y después de su muerte, la lucha no cesó. Talamanca se reorganizó y la conquista española nunca pudo doblegarla; en 1821, cuando se produjo la independencia de Costa Rica, la rebelde Talamanca era libre de la dominación española.
Como todos los años, el 4 de julio anterior su tierra natal se unió para conmemorar su muerte y para inmortalizar su espíritu y valor. La forma de hacerlo es con la ceremonia llamada “Jala de piedra”.
En la cultura de los bribris, la piedra tiene un profundo significado espiritual. Representa un elemento de trabajo, unión, solidaridad, amistad, respeto y naturaleza, entre otros valores.
La Jala de piedra consiste en trasladar una piedra del interior de la montaña a algún sitio específico de la comunidad; en esta ocasión, se trasladaría a la escuela de Katsi; el clan de los niños de ese centro educativo contarían con la piedra que representaría la lucha del héroe nacional y, a su vez, serviría para moler sus propios granos como café, maíz o arroz.
Desde la visión de Justo Abelino Torres Layan, bikakla (líder espiritual encargado de guiar la ceremonia por medio de cantos sagrados) de la comunidad indígena bribri de Talamanca, la ceremonia representa celebrar la lucha de Pablo Presbere y preservar su cultura. “Es una tradición con un profundo sentido espiritual que enseña que el trabajo en equipo funciona, tanto aquí como en nuestro diario vivir”.
Eran las once de la mañana; Justo Abelino cotemplaba, en la margen del río, la fuerte corriente que impedía el inicio de la ceremonia; detrás de él sus coterráneos y algunos “blancos” que también aguardaban el ritual. Luego de una larga espera, giró instrucciones en su lengua natal y las mujeres aparecieron con recipientes llenos de chicha. El bikakla tomó un guacal lleno del líquido y, acto seguido, todos los presentes hicieron lo mismo.
—¡Mĩshka! ¡Mĩshka!, gritó Abelino. —¡Vamos! ¡Vamos!
Y todos se dispusieron a cruzar el ya mermado cauce. La caminata siguió bosque adentro y al llegar al segundo río, a solo unos metros de la piedra, Justo Abelino se detuvo a orillas de la fuerte corriente y decidió no continuar: la vida de los presentes estaba en riesgo. La Jala de la piedra no pudo llevarse a cabo en ese momento. La naturaleza se había manifestado.
La piedra quedó en medio de la montaña, colocada en una plataforma construida con palos y bejucos, que ellos habían preparado días antes.
No obstante, regresaron felices a la plaza del pueblo a continuar con las celebraciones conmemorativas. En horas de la tarde volvieron a la montaña y la Jala pudo concretarse, invocaron a Sibö con cánticos y danzas, y realizaron el traslado en total algarabía y gritos de júbilo y celebración.
A la actividad estuvo invitado el Consejo Universitario de la Universidad Estatal a Distancia (UNED). Algunos de sus miembros, Carolina Amerling, Guiselle Bolaños, Nora González y Saylen Auslin, así como su presidente, Luis Guillermo Carpio viajaron hasta allá en representación del órgano colegiado y llevaron sus muestras de respeto y solidaridad.
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