Logo_La_Nacion
 
 OPINIÓN



Sin miedo al cataclismo

¿Es tan grave la imposición tributaria a las zonas francas?



LLM.VELIA GOVAERE VICARIOLI

CATEDRÁTICA UNED / COORDINADORA OCEX 
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

 

O tempora o mores!– como mi más dilecto maestro de estilo citaría con sabrosura a Cicerón –. ¡Qué tiempos, qué costumbres! Hace apenas unos años en cancillería me fue censurado un artículo técnico, “por si acaso alguien se ofendía”. Ahora no es así. Hasta un embajador se lanza contra la línea del Gobierno, en senda perorata de opinión. Antes un ministro susurraba suavemente diferencias al oído de su gobernante. Ahora en público, sin empacho, se condena un compromiso de gobierno, nada menos que en reunión internacional frente a posibles inversionistas. Son otros tiempos. Tentada estuve de tirar mi “Carreño”a la basura, inútil por desuso, pero mejor lo guardo como reliquia, junto al baúl que acompañó a mis bisabuelos cuando vinieron de Italia, en 1906.
 

Son otros tiempos y algunos –no yo– sienten nostalgia de tetosterona. Una mujer está enseñándonos la sabiduría de atreverse al cambio y firmeza que se mide en la consistencia con la palabra empeñada. Otro presidente, varón de costumbres, habría enviado los exabruptos al cementerio de los indispensables. Doña Laura compensa con su sensatez las carencias ajenas de inteligencia emocional.
 

Después vino llanto y crujir de dientes condenando la recaudación tributaria en las zonas francas, resultado de la negociación entre el Gobierno y el PAC. Se dice que “estaríamos enviando un mensaje equivocado a la inversión”. Pero este argumento pareciera insinuar que Costa Rica tiene solamente argumentos tributarios para atraer inversión. ¿Será cierto que no tenemos nada más que ofrecer? No es así. Pero si así fuera, ya es hora de fortalecer instrumentos más dinámicos del músculo nacional, atrofiados por falta de tesón. Si a algo nos obliga la tributación en zonas francas es a abandonar la “ley del menor esfuerzo”.
 

Grave rezago El Doing Business 2012 nos retrata de cuerpo entero. Líderes en la región en desarrollo económico y humano, nuestro entorno de negocios, para verguenza nuestra, solo se sitúa encima de Honduras. Si nos comparamos con Panamá nuestro vecino está 60 países delante de nosotros. Entre 2010 y 2011, casi todos avanzaron en Centroamérica. Nosotros, en cambio, celebramos conservar la triste posición 121 entre 183 países del orbe.
 

Estamos por debajo de la media regional y 13 países latinoamericanos están mejor que nosotros. Siguen empotrados los 60 días requeridos para abrir un negocio, contra 8 en Panamá. Con 12 procesos burocráticos nos arrastramos detrás de los 6 de Panamá. En acceso al crédito Panamá está cincuenta países adelante. Nuestro entorno de protección al inversionista es la cereza del pastel: ostentamos el triste 166 entre 183 países, detrás incluso de nuestro propio posicionamiento general (121), solo por encima de Suriname y Venezuela, en Latinoamérica.
 

Nadie se ha rasgado las vestiduras con ese bajo desempeño en el entorno de negocios. Nadie ha advertido que nuestra parálisis burocrática de tramitología obsoleta, ella sí, envía un mensaje equivocado a los potenciales inversionistas.
 

Lo peor no justifica lo malo. Pero ¿es tan grave la imposición tributaria a las zonas francas? En su calidad de asesor legal de Hacienda, Carlos Vargas, amigo y querido colega, puso los puntos sobre las íes (La Nación, 20/10/11): los impuestos sobre dividendos, que Costa Rica no cobre a los inversionistas estadounidenses, se los regalaría al fisco norteamericano.
 

No existe escape dejando el dinero en Costa Rica, ya que la Ley FAT obliga a los bancos nacionales a declarar todos los depósitos de sus clientes norteamericanos. Se entiende, tal vez, que un norteamericano quiera mejorar preferiblemente el agotado fisco de su país, pero no que nosotros cedamos impuestos sobre riqueza producida con manos costarricenses, mientras tenemos el más alto déficit fiscal de América Latina.
 

¿Se irán los inversionistas, en estampida? Unos dicen que sí, otros que no. Yo digo: ¡luchemos para que se queden! ¡Atrevámonos a ofrecer un mejoramiento integral de nuestro entorno educativo, de seguridad, de innovación, de infraestructura y de negocios, necesitados como estamos de mejorar nuestra propia competitividad nacional! ¿Cómo vamos a lograr esto con el déficit fiscal que tenemos?
 

¡Las vueltas que da la vida! De combatir las voces del miedo que pregonaban desgracias eternas con el TLC, a combatir las voces del miedo que predicen zodíacos funestos contra la reforma fiscal. Es asunto de consistencia. Al déficit fiscal no hay amenaza que se le plante.
 

No atenderlo es el peor peligro, incluso para la inversión extranjera, como lo prueban Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda, otrora imán de la inversión extranjera en Europa.
 

La firmeza de doña Laura no mejorará su imagen en las encuestas, porque lo fiscal jamás es popular. Pero nadie tampoco apreció la fuerte disminución de la victimización percibida en el último sondeo de Unimer. Pero no se gobierna para las encuestas, se gobierna para el país. 

Dice mucho de una mujer, que por encima de ideologías y de presiones indebidas, enfrente presión popular y opiniones ilustres y cruce la cerca para un compromiso por el bien de Costa Rica. Y dice mucho de una gobernanta que ha logrado aplacar las disensiones internas sin amenazas ni ostracismos, afianzando una línea de gobierno en un punto crucial para el Estado, sin miedo al cataclismo.

 

Fuente: Periódico La Nación, 27/10/2011
http://www.nacion.com/2011-10-27/Opinion/sin-miedo-al-cataclismo.aspx?Page=1#comentarios